Érase una vez en cualquier parte
Mark Twain dijo: “Dentro de veinte años a partir de ahora te arrepentirás de las cosas que no hiciste, así que suelta las amarras y navega fuera de tu zona de confort, busca el viento en tus velas. Explora, Sueña, Descubre”.

Mark Twain dijo: “Dentro de veinte años a partir de ahora te arrepentirás de las cosas que no hiciste, así que suelta las amarras y navega fuera de tu zona de confort, busca el viento en tus velas. Explora, Sueña, Descubre”.

Esta frase es la sinopsis de una historia que te voy a contar, esta historia no es nueva, de hecho se repite todos los días en todo el mundo capitalista, muchos héroes y villanos se dedican a hacer el remake.


Tenemos un escenario muy común: Una oficina.

Personajes comunes: Oficinistas.

Un contexto más típico: El trato intrínseco entre las personas que saben hacer algo y la corporación que necesita mano de obra.

Aceptémoslo, es muy cómodo, yo hago como que trabajo y ellos hacen como que me pagan, una empresa grande es una maquinaria bien aceitada que puede funcionar con lo mínimo y con la fuga de trabajadores que hacen lo mínimo, puestos de nepotismo que no producen absolutamente nada y unos cuantos que sienten el compromiso verdadero de desquitar su sueldo (generalmente los más bajos de la cadena alimenticia) haciendo su trabajo, que son los pilares en los que se balancea el equilibrio económico del negocio.

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El personaje principal es una diseñadora, una de estas oficinistas a la que extrañamente le gusta su trabajo, vive muy cómoda en su hábitat “godín”, tiene un salario debajo del promedio del trabajo que produce, pero ya se acostumbró a vivir con eso a cambio de la comodidad y tranquilidad de recibir una quincena segura sin tener que “buscarle”, pero principalmente siente un profundo compromiso con sus empleadores y un gran amor por la marca que construyó para la empresa, como un ente que nace y va creciendo y evolucionando junto con ella, como un hijo. Va por la vida impulsada por esos sentimientos, absolutamente segura de que el entorno en el que trabaja es como una segunda familia, sí, suena bonito, noble y... pues irreal como un cuento de hadas, cada quién decide el nivel de inocencia al que se aferra en la vida.

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El personaje principal es una diseñadora, una de estas oficinistas a la que extrañamente le gusta su trabajo, vive muy cómoda en su hábitat “godín”, tiene un salario debajo del promedio del trabajo que produce, pero ya se acostumbró a vivir con eso a cambio de la comodidad y tranquilidad de recibir una quincena segura sin tener que “buscarle”, pero principalmente siente un profundo compromiso con sus empleadores y un gran amor por la marca que construyó para la empresa, como un ente que nace y va creciendo y evolucionando junto con ella, como un hijo. Va por la vida impulsada por esos sentimientos, absolutamente segura de que el entorno en el que trabaja es como una segunda familia, sí, suena bonito, noble y... pues irreal como un cuento de hadas, cada quién decide el nivel de inocencia al que se aferra en la vida.

Un día, entra un villano a escena (suena el fantasma de la ópera de fondo), obviamente consigue un puesto alto y gente a su cargo, entre los que está nuestra protagonista, lo que sucede después es mucho de lo que ustedes ya han escuchado en boca de mucha gente, horarios extendidos, aumento sistemático de trabajo sin remuneración extra, eliminación de beneficios como vacaciones y días de permiso, desvalorización del personal, más nepotismo, todo acompañado de las típicas frases de estos villanos:

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Un día, entra un villano a escena (suena el fantasma de la ópera de fondo), obviamente consigue un puesto alto y gente a su cargo, entre los que está nuestra protagonista, lo que sucede después es mucho de lo que ustedes ya han escuchado en boca de mucha gente, horarios extendidos, aumento sistemático de trabajo sin remuneración extra, eliminación de beneficios como vacaciones y días de permiso, desvalorización del personal, más nepotismo, todo acompañado de las típicas frases de estos villanos:

  • “A mi me gusta que mis trabajadores sean leales 100% a mi…”
  • “Ustedes no pueden pedir vacaciones, tenemos mucho trabajo, yo puedo irme una semana a Disneyland porque soy la jefa”
  • “Sé que hay mucho trabajo, no puedo subirte el sueldo hasta tener más clientes…”
  • “Ya tenemos muchos más clientes, pero no puedo darte un aumento hasta que terminemos tal proyecto…
  • “Necesito que trabajen full este fin de semana, si aceptan venir les doy un bono extra…”
  • “¿Cómo te atreves a pedir un bono? Tu contrato dice que tienes que trabajar los fines de semana también, yo nunca les prometí nada extra…”
  • “Cualquiera haría mucho más trabajo en la mitad de tiempo…”
  • “Como te fuiste al hospital ayer, hoy te vas a quedar hasta que me pagues todas las horas que no estuviste…”
  • “Esta bien, cásate en la mañana, pero en cuanto termine, te vienes del registro civil corriendo para acá y me pagas las horas que te tardes…”
  • “¿No tienes quién lleve a tu hijo al doctor? Tu no puedes irte, hay mucho trabajo…”
  • “Ve por mi perro a mi casa, llévalo al veterinario y te vienes a trabajar, no te puedes ir hasta terminar los pendientes…”
  • “Como odio a los Pitufos, los atraparé aunque sea lo último que haga..."
  • “Soy un excelente jefe, hay cervezas en el refri y café ilimitado…”

En fin, podemos escribir un libro con estas maravillosas frases, cada una más absurda que la anterior; hasta los más fuertes tienen un límite y hasta la autoestima más baja llega a su tope de humillación. A nuestra protagonista, se le derramó el vaso y se sintió con el valor suficiente para pedir ayuda a su segunda familia, esas personas que la vieron crecer por años, a los que dedicó su compromiso y amor, ya sabes lo que dicen, la familia siempre se apoya, hoy por ti, mañana por mi, juntos somos más fuertes, etc. Pero se dió cuenta que la vida no es un cuento de hadas, no hay un héroe y un villano y al final el bien triunfa sobre el mal, nadie es un héroe y la mayoría son villanos, solo que algunos fingen que no y otros como su nueva jefa, no fingen y se muestran como son. Su segunda familia le volteó la espalda y le dió una patada en el trasero.

Dicen que el primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estás, así tenemos a nuestra protagonista sin trabajo, humillada y con el corazón roto. Después del duelo, mucho “no es posible”, muchas mentadas de madre, muchas lágrimas y canciones tristes… Llegó la claridad y volvió a salir el sol.

Pero lo que cambió su vida fue una epifanía, cuando un cliente la contactó por fuera, le pidió un trabajo y en una semana había producido el doble del sueldo que le daban en un mes. Así se decidió, ya no iba a regresar al hábitat “godín” donde creía estar segura, recibiendo un sueldo miserable, si iba a “tronarse los dedos” sería porque el trabajo que hizo es directamente proporcional al dinero que generó, ya no más días y noches trabajando por el mismo sueldo ¿es difícil? Sí, ¿Hay que estarle buscando? Sí, ¿A veces no hay trabajo y no se cobra? También, ¿Vale la pena? ¡Siempre!

Así nació Té Para 3…

Por: M. Amézquita

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