Zapatero a tus zapatos
Imagina por un momento que estás muy enfermo, sabes que es importante y contratas a un médico que te parece confiable, porque tiene los estudios que lo avalan y la experiencia suficiente para manejar tu padecimiento, vas a las citas pertinentes y te hacen los estudios necesarios, el médico planea tu tratamiento y cuando comienzan decides hacer ajustes

Imagina por un momento que estás muy enfermo, sabes que es importante y contratas a un médico que te parece confiable, porque tiene los estudios que lo avalan y la experiencia suficiente para manejar tu padecimiento, vas a las citas pertinentes y te hacen los estudios necesarios, el médico planea tu tratamiento y cuando comienzan decides hacer ajustes: “Mejor no me tomo esa dosis, voy a tomar otra”, “Es  muy poco tratamiento, voy a comprar otra cosa”, “me dijeron que no comiera azúcar, pero yo siento que si debo”... etc.

Antes de que termine el tratamiento ya te sientes peor, tus síntomas se agravaron y tienes incluso nuevos, volteas a tu médico y le reclamas porque su tratamiento no funciona ¿Suena tonto, no crees?  Entonces, si no lo harías con un médico ¿Por qué lo haces con otros profesionales?

Esto es muy común, trabajar en un proyecto usando todo tu conocimiento y experiencia en publicidad, tomando en cuenta estadísticas, teorías, necesidades y mercados para que sea lo más funcional, perfecto y logre las metas necesarias, presentarlo al cliente, esperando tal vez unos ajustes más de manejo de producto (ya que el cliente es quien conoce más su producto), que de estrategia de marketing y terminar en una tormenta de cambios y ajustes sin ningún racional profesional basado en conocimientos de marketing o publicidad, porque son hechos por personas que son expertas en otras áreas y vienen con frases como:

  • - Siento que le falta más diseño
  • - No me gusta que tenga espacios vacíos, ponle cosas ahí…
  • - Mi color favorito es el azul, mejor hazlo azul
  • - Bajé una imagen de internet, ponla en algún lado
  • - Que sea el logo y la letra más grande 
  • - Le pregunté a mi hijo (15 años) que es muy creativo y te dejo sus ajustes

Interior

Si decides que el cliente tiene la razón, que ellos pagan y les vas a dar lo que quieran, terminas con algo parecido al monstruo de Frankenstein, sí está terminado, sí está vivo, respira y hasta camina, pero nunca va a ser funcional, ni dar los mejores resultados, y cuando salga a la luz es posible que te culpen porque no funcionó.

Pero si te montas en tu papel de asesor experto y tratas de comunicar por qué no sería adecuado hacer lo que quieren con el proyecto, pueden pasar dos cosas: Que confíen en ti, salga el proyecto y de resultados; o que se sientan ofendidos y decidan no trabajar más contigo. También hay que tomar en cuenta, que a pesar de que la opción de hacer las cosas bien tiene el riesgo de perder un cliente, también estás asegurando tu ética laboral y que tu portafolio solo tenga proyectos en los que en verdad crees. Para ejemplificar me imagino a un cirujano plástico, lleno de fotografías de clientes a quienes dejó con facciones armónicas, funcionales, proporcionales y estéticas; a cambio de otro que sigue poniendo relleno en unos labios que ya no se pueden mover y aumentando implantes en partes que que se ven deformes.

Yo me dedico a la publicidad, no se nada de finanzas ni de contaduría, si contrato un contador, no me imagino diciéndole cómo tiene que hacer las cosas, solo pidiendo el resultado que necesito, cada uno de nosotros tiene un papel importante en un proyecto, con su conocimiento y experiencia, si todos nos centramos en lo que sabemos hacer y dejamos que el otro haga lo mismo, podremos construir cosas maravillosas.

Por: M. Amézquita

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